JOSÉ MARÍA PALLAORO / ANDANTE TREN
Anotaciones en libreta
negra de hule
City Bell / Constitución, enero / febrero 2001
Un poema no debe tener demasiadas correcciones
Un poema debe nacer como un bebé. En lo posible de cabeza
Darle luego de amamantar.
Y que se haga grande, solito
Puedo buscar, pedir (por ejemplo): Una casa cerca del río. Árboles sin poda a lo largo de la avenida colmada de pájaros. Puedo, sí, abrazar. Pero nunca conocer el corazón del otro. Por más que quiera, nunca alcanzar lo más estable de su corazón y que perdure
Una poética.
Una estética. En lo profundo de mí, alimentar, creer o revelar (anunciar) el
propio acopio de experiencias. La poesía debe oscilar en el punto justo. En el
que vivo, en el que pienso
Ser poeta
tiempo completo. Tan difícil como sacar la lotería. Toda poética es una lotería
full-time.
A veces hay
mucho para decir. También poco para escribir. Entre infinitivos y el mundo,
tres vocales hacen falta
Hay algo más
importante que el pensar. Hacer un juego de eso
Hay algo más
importante que jugar. Pensar
Hay que
retornar a las lecturas compartidas. Terminar de una buena vez con el lector
solitario. No sé si se podrá llegar a buen puerto. Pero, allá a lo lejos puedes
escuchar
Hambriento de
poemas y poetas (pitón deshabitada). La poesía se degusta con buen vino. Catar,
comprender, incorporar. Olvidar. (No para siempre)
Escribir sólo
cuando la cabeza lo pide. Escribir con el corazón en la cabeza. (En lo posible,
no engendrar monstruos)
A esta altura
no sé definir qué es. Pero si sé (que no podría) sin ella vivir
Todo está
dicho. Lo no por decir es lo necesario
Anoche soñé
belleza. Tan bella era que la guardé. Tan bien guardada como la belleza
Ella suspira.
Le ofrezco mi pañuelo. Lo devuelve, y lo guardo en el bolsillo izquierdo del
chaleco. Más tarde un cosquilleo, un vientito putrefacto me besa en la cara. Y
otro aire retorna al bolsillo que mágicamente se cierra
La ley de la
calle. Viajo a Constitución. Bajo las escaleras. Me detengo en San Juan. Arribo
en Independencia. Salgo a la plazoleta. Camino por EE.UU. Cruzo Tacuarí,
Chacabuco. Tropiezo en Piedras. Me detengo en Perú. Doblo a la derecha. Ingreso
en la noche
La muchacha
mira el maletín, que no pertenece a un ejecutivo, está en otras manos. La muchacha
parece pensar acerca del contenido del maletín. Juega a la caja de Pandora. En
algunas, da en el clavo: una libreta de anotaciones, varios lápices, un libro
acerca del ritmo en poesía. En otras, da en el dolor. Al cerrarse, la madera
cruje
El tren atropelló
a un muchacho en Gonnet. Los trenes son máquinas hermosas. Algunos días no
tendrían que funcionar. Hacerse los distraídos
El tren llega
a horario. Ausencia de la muchacha de ayer. Una pareja (abrazada) musicaliza la
mañana. El muchacho no quiere dejar de bailar. El tren comienza a moverse. El
muchacho vacía sus manos. Dos corazones que se abandonan. Uno se queda, otro se
va. El tren, lejos. Lejos
Dicen de la
estrella federal. Debe estar húmeda. No al sol. Pero colmada de luz
Preguntas si
la muerte es bella. No puedo decir que siempre se termina en belleza. El verme
precede la mariposa
En Buenos
Aires constantemente hay ruido de autos. Nunca dejan de transitar. Será por eso
que cuesta tanto pensar. Cómo responder aquello que no podemos oír
Leerlo una y
otra vez. Dejarlo descansar. Un tiempo. Y volver a él. Para vivir, descubrir,
disfrutar la maravilla de la poesía
Para la
novela dicen que hace falta exposición, conflicto moral, acción progresiva,
nudo, periferia, desenlace (por lo menos hasta Proust). Faulkner no explica
nada. Una novela exige una buena historia. Después está el oficio de vivirla
Yeats
pertenecía al círculo espiritual “La orden del atardecer dorado”
El cansancio
no se cuida. Sólo produce más cansancio. A cualquier hora. En lugares
desconocidos
—Nadie hace
por vos lo que deseás.
—¿Acaso hacés
lo que el otro desea?
—Nadie hace
nada por nadie.
—¿Acaso hacer
por uno algo no es también hacerlo por el otro?
Me preocupo
por cosas sin importancia. Como arreglar un paraguas al sol. Pájaro que
oscurece la tarde
El agua
enverdecida. Remuevo el piso con el sacahojas. Alimento insectos para saber que
estamos vivos
No enciendo
el fuego al anochecer. Tus ojos son luz. La claridad verdadera
Crece el
verde. La lluvia ayuda. El sol lo atiende. Hay una máquina preparada para
asesinar
Amor fugaz
como cómplice
sonrisa
de tren a
tren
En el afuera
las cosas están como debieran. En el adentro, cómo están. Afueradentro. Qué
importa si no se es
La rana en la
verde agua sostiene su mundo. Parece divertirse, pegada a las paredes,
intentando una salida del lugar que eligió. ¿Acaso buscamos un lugar para ver
luego cómo escaparnos de él?
Pleno de sol
miro por la ventanilla del tren la lluvia. El sol, la lluvia. Ambos en mí
Las cuerdas
de la guitarra se estiran. La voz de esas cuerdas en nuestros cuerpos que
bailan, bailan, sin siquiera despegarse de la silla
Puedo dar las
gracias. Gracias, me digo. Gracias, digo. Digo, en la gracia de vivir
Las ramas del
sauce caen sobre el pasto húmedo. Algunas se elevan al cielo. Otras se hunden
en él
Al aire, pata
de Catulo (la de escribir). Pienso en un epigrama cuando la pueda apoyar con
pie firme
Demasiados
papeles. El conocimiento derretido en tinta. Con sangre desaparece
Desnuda la
mujer sus pechos que ahora el agua cubre. Parcialidad de la belleza. El
atardecer nos acaricia con su luz de venidera oscuridad
El aire a
veces falta. En la casa, se abren ventanas y puertas. Los insectos se abstienen
de entrar. Acaso comprendan el vacío. La nada que se ahoga
Dolor de
pecho no significa. Dolor de alma no significa. Vida carente de ambas cosas, insignificantes
Es en Buenos
Aires donde el aullar de los vehículos no deja respirar ni pensar. Mi mente
agradecida
Qué puedo
escribir de nuevo. A esta altura toda palabra es insuficiente
La tarde
alcanza a decir que no quiere más. Que por hoy basta. Vencida se deja caer
Doy lo mejor
de mí. (Sé que no) Es verdad. La noche no deja mentir. La noche no me deja
La orquesta
(con bombos y platillos) no deja amarnos. La orquesta (preparando la partida)
de los que se quedan
Si tengo que
caminar bajo la tarde mis pies dirigen los sueños. Ellos no lo creen. Piensan
que contradigo la lógica. Mis pies no caminan. Mi cabeza salta la verja de mi
niñez
No puedo
creer lo que piensan. Lo que dicen. En este atardecer de lluvia y granito se
moja la cabeza de estreñimiento
Adónde voy
cuando me quedo. Dónde me quedo cuando me voy. Dejando miguitas en el sendero
de hormigas. No hay retorno sin partida
En la
librería la vela ilumina los objetos más queridos. Ellos no necesitan de
parafina para cicatrizar las heridas del papel
En los trenes
siempre ocurren cosas. La delicadeza de acomodar los objetos. Para que nadie
tropiece antes de la partida
Vuelvo con mi
valija de siempre. Los sueños de siempre. La desdicha de siempre. Siempre,
vuelvo. A diferentes horas. (Para despistar la muerte)
Deseos de
saltar el charco. Ella del otro lado. ¿Cuándo vaya vendrá? No hay encuentro
entre un hombre, una mujer. Se desea de a dos
Desnudo y de
pie. No permite que le vendan los ojos. No hay temor. Y sin embargo, ¿guardará
la pared su sangre?
Cuando ella
mira, enciende los ojos del amanecer. Luego caen, lentamente, sus párpados,
para sentir la emoción, en la oscuridad de su nombre
(El poema) Lograr
en pocas palabras. La sustancia. La emoción. Un pájaro vuela a otra rama
El mate se
enfría sobre el escritorio. Un pantano crece en la madera. Nada digo. Sólo
percibo el cambio fugaz
Camino solo.
La mirada sumergida en las baldosas. Sombras de mis hermanos van conmigo
Ella no
contesta. Nada dice, (no sé) qué piensa. La sigo a pesar de todo. En ella la
noche es camino
Tomo mate.
Uno tras otro. Los mates verdemar. La estación. Parte para no volver
Hace tiempo
que no como caramelos. Manera estúpida de iniciar un supuesto poema. Pero sé
que lo dulce de mi boca te pertenece
Nuestras
manos se rozaron. Al cruzar la calle. Mirarnos. Por un momento la unión. La
plenitud
Por
hendiduras de la cortina observo la parcialidad de las cosas. Cebo un mate.
Pienso si podré completar una vida apenas con miradas
Los perros
corren hacia el portón de rejas rojas. No ladran. Mueven sus colas. El amor. La
dicha. Llegan junto al día
Ella no está.
Pero mi corazón dice todo lo contrario. Ella. Sol. De mi noche
Si espero nada
llega. Esperar para nada. Nada en la espera como pez en el mar
El muchacho
es daltónico. Una mirada diferente a las demás. Sin novedad en la pintura del
mundo
Cuando doy el
primer paso no voy hacia atrás. Caminar es volver a los sueños de un principio
No hagas
caso. A veces salen palabras que no son de mí. Son de otro. Que a veces soy
Tan temprana
la lluvia. Anuncia la distancia entre vos y yo. Tiene la dimensión de una gota
de arroz
Sombrilla de
sol. El agua se confunde con la hierba. Lluvia sobre la ocre realidad de
nosotros dos
Suelo escribir.
Palabras que nacen. Muertas
Tuvieron
sueños. En verdad los tuvieron. Ahora raíces, desperdigadas, por tierra, por
río. En sus hijos
Cosa extraña.
Plantas de flor sin florecer. Otoño en haiku de primavera
Es lejos el
lugar. Mucho hay que caminar. Para acceder a él se necesitan sueños
Mi madre
cuida niños, niños de su hija cuida mi madre niña en un oscurecer de sol
Un atardecer
en el mar de espinillos. Dedos que penetran en la húmeda soledad que se hace canción
Bebe de mí,
pequeña. Bajo la sombra de un árbol que salpica pájaros
Cuando
ocurra, soledad. Olvido será tu nombre
Corte de luz.
Hay pérdidas que no se recuperan
El loco viaja
en tren. Toma cerveza. Grita. Gesticula. El pasaje se desentiende. Abren las
ventanas. Miran en el no ver
El loco
olvida el boleto en uno de los vagones. Corremos buscando la salida. Latas de
cerveza estrujadas en el piso. Haciéndonos los desentendidos, silbando un tango
del rengo. El guarda se saca la gorra para la reverencia
El día trae
viento. Negritud. Mi tristeza está en el día. No en mí
Canto con
palabras que se leen. La cabeza es un frasco repleto de bolitas
La canción es
más que eso. Un atardecer en la playa
Dice que no
quiere historias. Digo que la historia es un pájaro sin ojos rondando alrededor
de un nido
A espaldas del
lago, una barcaza se aleja
Confundo el
mar con tu pelo. Me hundo en aguas que me reciben por primera vez
Un pájaro va
de rama en rama. Lo llama el silbido verde de las hojas
De madrugada
el cielo negro dejó caer un torrente de luz. Para que encontrar podamos
Ella se
despide de mí, en un rato la luna cambiará de lugar
Paso días sin
afeitarme. Nadie se preocupa por mí. Es decir, no tengo que agradar a nadie
Es domingo.
Día que compro noticias de ayer. Las trae el jardinero que llega a pesar de la
lluvia
Decías
palabras. En la tibieza de tu boca, el mejor de mis poemas
En la tarde
fresca de sol, el poeta visitó la casa. Compartimos vino y silencio.
Alimentamos el día
Cuando dios
dejó la tierra (para no volver), olvidó el amor en el “nosotros”
Llovizna la
mañana. Sombrilla mojada de sol de este día único
En un café de
la ciudad el poeta sólo piensa. Piensa. Piensa. El poeta piensa solo ante un
café ya frío
Otro día más,
dice. Un día que no volverá. Como ese día en la memoria. Y de todos la vida
La inutilidad
de jugar con las palabras. La música, cuando los ojos se encuentran, se desliga
de ellas
Llueve sol en
mi interior. Afuera ladran como si la vida fuera real
Llamar a mi
hermano para analizar los temas del día. La cabeza está donde no corresponde
Decíme cuál
es la razón. No entiendo algunas cosas. Prometo no interrumpir. Escucho
Me olvido de
tomar la pastilla. Esto ocurre diariamente. “No tomo pastillas”, decía antes
que las tomara. Pero ahora ocurre que me olvido
Dibuja en el
aire flechas imposibles de detener. Golpea la música, suave, en el pecho, que
se ablanda, ablanda, hasta ser de vuelta, corazón
Un día sin
cabeza. O mejor, un día con la cabeza estallada. Un día de día. Sin nada para
hacer. O mejor, sin poder hacer nada
En el bar.
Ella habla. Nada dice del amor que crece y crece y crece en mí
El mozo
grita, corazón dispuesto, futuro dolor marchando
Pájaros de la
mañana despiertan al día nuevo. Pájaros en mi cabeza, silban
Ternura,
cielo desvanecido. Ella, y la penumbra de la mañana
Falto de
muñeca. Dicen que en el atardecer las muelas arden
Caminamos. La
oscuridad protege. Manos enlazadas. El sol adentro. Adentro
En esa casa
los autos nunca se detienen. Sin embargo, las hormigas trabajan. Los pajaritos
hacen nido. Cada tanto un vagabundo escribe en las paredes. Dicen que hubo un
tiempo en que los autos estacionaban en sus orillas y todo era desierto
De noche no
puedo escribir, sólo de mañana, mucho antes que el sol pegue
Quizás alguna
línea, una palabra, diga que existo. Que estoy vivo. Mucho antes que me lave la
cara y salga de la casa, a recorrer la noche, con otro nombre
En la
claridad todo es semejante. Una rata de baldío salta a una casa de fin de
siglo. “El paraíso” se lee en la fachada. En la vereda, la mujer que amamanta a
su niño, extiende su mano libre. Los carteles, fugacidad de la sonrisa de un
hombre feliz
Edificios
incendiados en una ciudad que aparenta vida
Que aparenta
vida, digo de la ciudad que sus puertas abre durante el día.
*
Al
igual que la mayor parte de los términos utilizados en música,
Andante
ma non troppo deriva del italiano y significa “andante pero no mucho”
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