lunes, 9 de agosto de 2021

La mujer de mi vida





JOSÉ MARÍA PALLAORO / 

LA MUJER DE MI VIDA

 

 

1

 

Laberinto

 

No hay laberintos por elevación. Escribir es la única salida.

 

 

La palabra escrita

 

En el peligro de este mundo, en la maraña más oscura, en los labios incansables, abres tus piernas y me devoras.

 

 

2

 

LA MUJER DE MI VIDA

(1989-1991)

 

 

“Escribime un poema dijo ella

un poema de amor

Todos los poemas son poemas de amor dije”

Raymond Carver

 

La instrumentista

 

“En el alba de callados venenos

amanecemos serpientes.”

Octavio Paz

 

A veces me siento depositario de una sensibilidad que me aterra como en este momento que comienzo a escuchar una flauta, pequeña seguramente por la fragilidad del sonido; un fagot exiguo tal vez no aclare nada, si las cuerdas, en caso de ser un clavecín de estas características, no estuvieran pulsadas por un virtuoso instrumentista; me deleito con la música, en una exquisita borrachera imagino a una concertista de apacibles y deliciosas manos abrazando un diminuto violín que bien podría ser una mandolina; la mujer es de exótica y armónica belleza, la degusto fascinado, pero ella parece desconocer mi destino; mientras continúa extrayendo notas de ese violonchelo cuasi humano, la mujer de mi ensueño se renueva difuminada en la lluvia; al concluir con el último de los acordes abandona el clavicordio sobre la desnuda habitación y levantándose con una sonrisa de gozo desmedido se dirige a mi encuentro. Ahora una serpiente se enrosca a mi columna vertebral, y siento mi cuerpo transfigurado en forma y peso; la instrumentista hurga entre mis cuerdas como en un mágico theremin y comienza a sonar el más triste de los blues.

 

 

La muralla de mi china

 

“Y las mujeres, algunas huelen

a caldo de conejo salvaje.

Con tostadas es rico.”

Boris Vian

 

Por propia voluntad y para posible defensa construías a tu alrededor una indestructible muralla de hinojo, pero no sabías, ni siquiera podías suponer, las propiedades curativas del hinojo; tampoco imaginabas que entre mis posibles aspectos puedo caracterizarme como famélico, sarnoso, blanco conejo, que como desesperado se fue comiendo tus alrededores; y que a medida que engullía el conejo se robusteció, y mejoraba el hígado y los riñones, además de los pulmones y el pecho perfeccionaba la vista; y usando aceites esenciales en suaves y delicadas frotaciones destruía la sarna; por fin cuando ya no hubo quedado restos de la muralla, solo una pequeña, roja, hermosa flor, reinó en el descampado; esa flor la abriste para mí, que como un súbdito caí a tus pies enamorado.

 

 

Al natural

 

Desnuda subes la escalera de madera. Cierro los ojos para perpetuar la suavidad de tus pasos. El vaivén de tus pechos. Dejar afuera –aunque más no sea por esta noche– la ciudad y la tristeza. Decidida te acurrucarás a mi lado en un instante. En el instante preciso en el que el cielo se abrirá a la fiesta de los cuerpos. Al amor de los dos.

 

 

Lupinos bajo la lupa

 

Con una potente lupa armé un diminuto y casero observatorio para no perderme ni lo más ínfimo de tu cuerpo; esta lupa contiene dimensiones apropiadas con las que recorro lentamente, deteniendo y analizando, cicatrices de lo bello, pelusas aparentes (y que en realidad son amazonas en miniatura por el que viajan restos de amantes extraviados); intensamente hidrópico me detengo a beber de un río, y en su orilla observo plantas creídas extinguidas, y entre sus ramas pájaros no catalogados por especialistas, y por lo tanto desconocidos; y además ciudades percibidas, cabañitas de lo ideal con ventanas de marco impresionista para poder entrar a mundos de la sensibilidad donde se ven pedazos de lupinos entre las manos de mujeres de piernas perfectamente torneadas (aunque sea verdad que la suma de todas esas perfectísimas mujeres apenas insinúan tu belleza); es prácticamente insostenible tanto rincón de lo bello que camino bajo tu sol intentando sacarle trocitos que iluminen, ahora que de mi laboratorio manual voy acercando un estetoscopio a tu corazón para que palpite más fuerte, más fuerte, ante la presencia de mí.

 

 

Cheek to cheek

 

Aspiro todo
me embriago
locamente
alucinado de vos
como con un tórrido
bolero de
bola de nieve
que al derretirse no
sabe mentir que
al des-
hacerse mentirnos no
sabe


Amore mio santo

 

En un interminable sube y baja sus higos sobre el pecho palpitante en una danza extraordinaria, para abruptamente correrse y lamer la dura corteza del lubricado árbol que ahora despide rayos de infinita luz.

 

 

Los pájaros de la vida


Sólo algunas estrellas guían
a la pequeña pasajera

que dentro de un soplo besará
al hombre
en la playa encendida

para que los pájaros de la vida
canten

canten
junto a tu pensamiento

que canta

 

Espejos

 

(...) toda la tarde busqué entre doradas hojas inventos inverosímiles, lunas acartonadas en sobrecitos de lo dulce que ya nadie beberá; durante la tarde interminable hurgué con un pequeño mundodientes la desdicha repetida, los restos de una primitiva ilusión; y solo encontré un espejo cubierto de ceniza y de horas; un espejo de cuya morada un catirrino antropomorfo mono se escapó, haciendo morisquetas, completamente divertido de sus mañanas travesuras. En ese reencontrado adminículo, desde el alma desaparecida, con la paleta descolorida de la tristeza, dibujé el rostro de la soledad una vez más (...)

 

 

Mientras te espero

 

me dejo estar / sentado frente a la ventana / con el abrigo que caía / sobre tus hombros  / abandonado en mis rodillas / necesitado / de recientes y fugaces relámpagos / esclareciendo el aura en la quietud // me dejo estar / junto a reverdecidas fragancias / ahora que la lluvia cesó / es memoria en el cristal martelé / donde aún quedan señales / de tu nombre difuminado / en sombras // a media mañana / me dejo estar / en la silla / cómodo / solitario / con un libro entre las manos / un libro apenas / acariciado y abrazado / celebrando / la ventana abierta / los pájaros / el rito cotidiano / el día / el sol // me dejo estar / claro / despierto / con migajas de tu belleza / y de tu sabor / desparramados por la alfombra / raída / ciertamente confiado / con el otoño / que renacerá / al igual que / tus ojos

 

 

La veleta

 

Me iré a dormir, recostado en el muro inexistente de pájaros, abrazado salvajemente a papeles y cartones que pronto arderán; me iré a dormir con la sola compañía de la luna, el ignorado misterio que guarda la noche; me iré a dormir esperando al gallo cantor con su voz de nuevos vientos.

 

 

3

 

Mis poetas favoritos

 

Una tarde, en la cama, me preguntaste cuáles eran mis poetas favoritos. Me quedé pensando, un instante largo. Luego, miré nuestros cuerpos, mi pecho pegado a tu espalda, te abracé, besé tu cuello, y te fui diciendo mis poetas favoritos, te los decía al oído, muy suave te los decía, “ayudame” te pedí, y pasaste tu mano por entre mis piernas, y me moví, despacio me moví, los dos curiosos, suspirando y jadeando, por mis poetas favoritos, hasta inundar la tarde con sus versos, y los nuestros que se escribían en ese atardecer, ahora.

 

 

 

ÍNDICE

 

1

Laberintos (2016)

La palabra escrita (24/10/11)

 

2

LA MUJER DE MI VIDA

(1989-1991)

 

La instrumentista (1989)

La muralla de mi china (1988)

Al natural (1991)

Lupinos bajo la lupa (24/02/91)

Cheek to cheek (1984; rev. 1989)

Amore mio santo (07/90)

Los pájaros de la vida (20/08/90)

Espejos (1990)

Mientras te espero (29/07/90)

La veleta (1991)

 

3

Mis poetas favoritos (2016)

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