JOSÉ MARÍA PALLAORO /
LA MUJER DE MI VIDA
1
Laberinto
No
hay laberintos por elevación. Escribir es la única salida.
La palabra escrita
En el
peligro de este mundo, en la maraña más oscura, en los labios incansables,
abres tus piernas y me devoras.
2
LA MUJER DE MI VIDA
(1989-1991)
“Escribime
un poema dijo ella
un
poema de amor
Todos
los poemas son poemas de amor dije”
Raymond
Carver
La instrumentista
“En
el alba de callados venenos
amanecemos
serpientes.”
Octavio
Paz
A
veces me siento depositario de una sensibilidad que me aterra como en este
momento que comienzo a escuchar una flauta, pequeña seguramente por la
fragilidad del sonido; un fagot exiguo tal vez no aclare nada, si las cuerdas,
en caso de ser un clavecín de estas características, no estuvieran pulsadas por
un virtuoso instrumentista; me deleito con la música, en una exquisita
borrachera imagino a una concertista de apacibles y deliciosas manos abrazando
un diminuto violín que bien podría ser una mandolina; la mujer es de exótica y
armónica belleza, la degusto fascinado, pero ella parece desconocer mi destino;
mientras continúa extrayendo notas de ese violonchelo cuasi humano, la mujer de
mi ensueño se renueva difuminada en la lluvia; al concluir con el último de los
acordes abandona el clavicordio sobre la desnuda habitación y levantándose con
una sonrisa de gozo desmedido se dirige a mi encuentro. Ahora una serpiente se
enrosca a mi columna vertebral, y siento mi cuerpo transfigurado en forma y
peso; la instrumentista hurga entre mis cuerdas como en un mágico theremin y
comienza a sonar el más triste de los blues.
La muralla de mi china
“Y
las mujeres, algunas huelen
a
caldo de conejo salvaje.
Con
tostadas es rico.”
Boris
Vian
Por
propia voluntad y para posible defensa construías a tu alrededor una
indestructible muralla de hinojo, pero no sabías, ni siquiera podías suponer,
las propiedades curativas del hinojo; tampoco imaginabas que entre mis posibles
aspectos puedo caracterizarme como famélico, sarnoso, blanco conejo, que como desesperado
se fue comiendo tus alrededores; y que a medida que engullía el conejo se
robusteció, y mejoraba el hígado y los riñones, además de los pulmones y el
pecho perfeccionaba la vista; y usando aceites esenciales en suaves y delicadas
frotaciones destruía la sarna; por fin cuando ya no hubo quedado restos de la
muralla, solo una pequeña, roja, hermosa flor, reinó en el descampado; esa flor
la abriste para mí, que como un súbdito caí a tus pies enamorado.
Al natural
Desnuda
subes la escalera de madera. Cierro los ojos para perpetuar la suavidad de tus
pasos. El vaivén de tus pechos. Dejar afuera –aunque más no sea por esta noche–
la ciudad y la tristeza. Decidida te acurrucarás a mi lado en un instante. En
el instante preciso en el que el cielo se abrirá a la fiesta de los cuerpos. Al
amor de los dos.
Lupinos bajo la lupa
Con
una potente lupa armé un diminuto y casero observatorio para no perderme ni lo
más ínfimo de tu cuerpo; esta lupa contiene dimensiones apropiadas con las que
recorro lentamente, deteniendo y analizando, cicatrices de lo bello, pelusas
aparentes (y que en realidad son amazonas en miniatura por el que viajan restos
de amantes extraviados); intensamente hidrópico me detengo a beber de un río, y
en su orilla observo plantas creídas extinguidas, y entre sus ramas pájaros no
catalogados por especialistas, y por lo tanto desconocidos; y además ciudades
percibidas, cabañitas de lo ideal con ventanas de marco impresionista para
poder entrar a mundos de la sensibilidad donde se ven pedazos de lupinos entre
las manos de mujeres de piernas perfectamente torneadas (aunque sea verdad que
la suma de todas esas perfectísimas mujeres apenas insinúan tu belleza); es
prácticamente insostenible tanto rincón de lo bello que camino bajo tu sol
intentando sacarle trocitos que iluminen, ahora que de mi laboratorio manual
voy acercando un estetoscopio a tu corazón para que palpite más fuerte, más
fuerte, ante la presencia de mí.
Cheek to cheek
Aspiro
todo
me embriago
locamente
alucinado de vos
como con un tórrido
bolero de
bola de nieve
que al derretirse no
sabe mentir que
al des-
hacerse mentirnos no
sabe
Amore mio santo
En un
interminable sube y baja sus higos sobre el pecho palpitante en una danza
extraordinaria, para abruptamente correrse y lamer la dura corteza del
lubricado árbol que ahora despide rayos de infinita luz.
Los pájaros de la vida
Sólo algunas estrellas guían
a la pequeña pasajera
que dentro de un soplo besará
al hombre
en la playa encendida
para que los pájaros de la vida
canten
canten
junto a tu pensamiento
que canta
Espejos
(...)
toda la tarde busqué entre doradas hojas inventos inverosímiles, lunas
acartonadas en sobrecitos de lo dulce que ya nadie beberá; durante la tarde
interminable hurgué con un pequeño mundodientes la desdicha repetida, los
restos de una primitiva ilusión; y solo encontré un espejo cubierto de ceniza y
de horas; un espejo de cuya morada un catirrino antropomorfo mono se escapó,
haciendo morisquetas, completamente divertido de sus mañanas travesuras. En ese
reencontrado adminículo, desde el alma desaparecida, con la paleta descolorida
de la tristeza, dibujé el rostro de la soledad una vez más (...)
Mientras te espero
me
dejo estar / sentado frente a la ventana / con el abrigo que caía / sobre tus
hombros / abandonado en mis rodillas /
necesitado / de recientes y fugaces relámpagos / esclareciendo el aura en la
quietud // me dejo estar / junto a reverdecidas fragancias / ahora que la
lluvia cesó / es memoria en el cristal martelé / donde aún quedan señales / de
tu nombre difuminado / en sombras // a media mañana / me dejo estar / en la
silla / cómodo / solitario / con un libro entre las manos / un libro apenas /
acariciado y abrazado / celebrando / la ventana abierta / los pájaros / el rito
cotidiano / el día / el sol // me dejo estar / claro / despierto / con migajas
de tu belleza / y de tu sabor / desparramados por la alfombra / raída /
ciertamente confiado / con el otoño / que renacerá / al igual que / tus ojos
La veleta
Me
iré a dormir, recostado en el muro inexistente de pájaros, abrazado
salvajemente a papeles y cartones que pronto arderán; me iré a dormir con la
sola compañía de la luna, el ignorado misterio que guarda la noche; me iré a
dormir esperando al gallo cantor con su voz de nuevos vientos.
3
Mis poetas favoritos
Una
tarde, en la cama, me preguntaste cuáles eran mis poetas favoritos. Me quedé
pensando, un instante largo. Luego, miré nuestros cuerpos, mi pecho pegado a tu
espalda, te abracé, besé tu cuello, y te fui diciendo mis poetas favoritos, te
los decía al oído, muy suave te los decía, “ayudame” te pedí, y pasaste tu mano
por entre mis piernas, y me moví, despacio me moví, los dos curiosos,
suspirando y jadeando, por mis poetas favoritos, hasta inundar la tarde con sus
versos, y los nuestros que se escribían en ese atardecer, ahora.
ÍNDICE
1
Laberintos
(2016)
La
palabra escrita (24/10/11)
2
LA
MUJER DE MI VIDA
(1989-1991)
La
instrumentista (1989)
La
muralla de mi china (1988)
Al
natural (1991)
Lupinos
bajo la lupa (24/02/91)
Cheek
to cheek (1984; rev. 1989)
Amore
mio santo (07/90)
Los
pájaros de la vida (20/08/90)
Espejos
(1990)
Mientras
te espero (29/07/90)
La
veleta (1991)
3
Mis
poetas favoritos (2016)
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